Había una vez un chico llamado Armeño Lafuente. Tenia 4 años y odiaba su nombre.
Armeño soñaba con ser electricista como su papa y su mama Juan Lapileta y Maria Labañadera. (El apellido lo cambiaron porque Lapileta era demasiado pequeño para las ambiciones del megalómano Armeño).
La pasión de Armeño por la electricidad empezó a los 2 años cuando metió la lengua de su perro Manolo en el enchufe de la tv. Desde ese día Armeño empezó su exitosa carrera de asesino de mascotas. Comenzó matando a los animalitos de Paternal y aledaños.
Después siguio con Almagro y Colegiales y cuando se acabaron siguio con Palermo. Un día decidio cambiar el rubro y comenzó a asesinar maestros del colegio y animadores de cumpleaños.
Los padres nunca se enteraron de el hobbie sanguinario de Armeño.
Un día empezó a matar amiguitos de su edad (que era mas dificil que matar animadores por que los animadores son unos recontramilforros de las conchas de perros callejeros). Su primera victima fue su amigo Antoño, que fue a la casa de Armeño. Resulta que su amiguito Antoño tenía sed y A rmeño (angurriento pero con un plan entre manos) le dijo que vaya a hacer licuados. Antoño susurrando puteadas fue a la cocina de mala gana. Pero atrás Armeño lo seguia.
fedee! todo acerca de esto es genial, y el final asi esta muy bien.
ResponderEliminarPaternal y aledaños.